martes, 13 de febrero de 2018

Solo el ardiente sol y las estrellas silenciosas son los mismos

Edgar Lee Masters
 (EE.UU., 1868 –  1950) 


Edith Conant

Estamos por acá -nosotros, los recuerdos;
Se nos empañan los ojos, nos espanta leer:
"Junio 17, 1884, edad: 21 años y 3 días."
Todo ha cambiado.
Y nosotros -nosotros, los recuerdos, parados aquí, librados a nosotros mismos,
Sin que nadie lo note, ni sepa por qué estamos acá.
Tu marido murió, tu hermana vive lejos,
Tu padre, abatido por los años,
Te olvidó, y apenas si abandona la casa
Cada tanto.
Nadie recuerda tu rostro exquisito,
Ni tu lírica voz.
Cómo cantabas -aún esa mañana en que fuiste golpeada-
Con dulzura penetrante, con pena conmovedora,
Antes de la llegada del niño que murió contigo.
Todo está olvidado, salvo por nosotros, los recuerdos
Olvidados por el mundo.
Todo cambió, excepto el río y la colina-
Incluso ellos cambiaron.
Solo el ardiente sol y las estrellas silenciosas son los mismos.
Y nosotros -nosotros, los recuerdos, permanecemos aquí, anonadados,
Cerrados nuestros ojos en el cansancio de las lágrimas-
En el cansancio inmensurable.

Versión: Isaias Garde

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char